30 abr 2014

Perder... hasta encontrarse

Hubo un momento en que perdió las huellas. Perdió todo lo que llevaba anclado a su espalda, los viejos paradigmas, las formas, las máscaras, la vergüenza, la culpa, los disfraces y la gramática. Perdió las horas y el reloj, el calendario y las esperas, los anhelos y las certezas. Perdió todo aquello que fue, todo lo que inútilmente esperó, todo lo que anheló y caminó y todo lo que se quedó en el arcén. Y así, perdiéndolo todo, también perdió el miedo, el miedo a los juicios y a los feroces autojuicios, el miedo a la muerte y el miedo a la vida, el miedo a perderse, el miedo a perder... Y desnuda de todo, desprendida de su vieja piel, encontró un corazón sucediéndose a sí mismo, retumbando cada poro de su ser, un tambor profundo de barro, estrellas y raíces resonando desde dentro con voz de anciana-niña, que la recordaba latido a latido, que estaba viva, eternamente viva, y que era libre, valientemente libre.
(Ada Luz Márquez)